Sin dormir

A ratos me culpo por ser tan ilusa, hace muchos años, tal ves una vida, aprendí a confiar sin temores, a correr sin mirar las piedras. Creo que así la vida se ve más simple además siempre me ha tocado cruzarme con personas que actúan como escudos, nunca hay quienes me quieren hacer mal, y sin embargo me toca sufrir las injusticias hormonales que el cuerpo genera, él a veces me odia, yo intento buscar un ancla pesada que me ate a la realidad, intento no morir en el vaso de agua, sin embargo los intentos no se comparan con mis ganas de estar mal, de esas ganas de llorar un mar. Algo o alguien me hizo creer tanto en el equilibrio que ya no soy capaz de comprender la vida sin él, necesito un problema para poder ser feliz, necesito destruir algo o acercarme a la muerte un rato. Pero a veces me separo demasiado del cuerpo y el retiro me hace necesitar un abrazo, una sonrisa, o una palabra que me obligue a seguir caminando en ese desierto mental que se vuelve una jaula dentro de este cerebro inquieto.

Hace un par de días necesité un ancla y busqué la que tuve hace un año atrás, y el ancla respondió que tocaba la puerta equivocada, me ofusqué. Claramente cuando uno deja un amor abandonado a su suerte este morirá en algún momento, puede que la misma distancia lo haga esfumarse, existen muchas razones por las que se puede morir, pero en ese instante que se busca no se alcanza a pensar en que hay cosas que se movieron o se destruyeron. y ahí quedé yo intentando tocarle la mano a un amor del pasado, pero esos amores que sufren cierran las puertas y te dejan en el aire.

Y ahora me repito tonta, tonta...¡tonta! ¿por qué buscar tan lejos lo que tienes aquí mismo? ¿o acaso olvidas que cambiaste a ese amor doloroso por uno sano? grábalo en la frente: tú no perdiste nada, ganaste todo.

Puedo hervir en odio, o congelarme en un mar de lágrimas. Pero en verdad eso no importa porque acá todo marcha bien...y por eso anhelo estar mal, porque la vida me acaricia tanto que me parece anormal.