Mi quieta inquietud
Mi humor idiota se apodera de la situación, se comienza a reír de mi y de ustedes, sus carcajadas me hacen sonreír, a estas horas ya sólo eso me levanta el ánimo, no me quejo porque con él me basta, se ríe un poco y mi cuerpo comienza a vomitar hormonas, más que bailando chachachá, la historia esta se remonta a un tiempo lejano e indefinido, de esos días que pasan siendo uno más ( no entiendo porque poner énfasis en que es uno más, si desde luego todo es uno más, no hay originales ni primeros, sólo copias remasterizadas, como sea). Aquí va.
Daniela se había recostado temprano, había comprado un libro raro, quería memorizar muchas cosas, porque quería seguir ciertos patrones, algo que la ayudara a no estar mal, pasó una semana viviendo con el libro, los días pasaban lentos, era común verla sonreír frente al espejo, ambos estaban enamorados, ella de uno de adentro y él de ella, aunque el peligro rondaba por el ambiente, ellos seguían con el ritual típico marcado definido, los embustes venían y regresaban, los primeros días fueron mejores, la mente suele recordar todo, lo importante se marca en rojo y esta semi presente, lo demás se escribe en gris y se deja estar, esta pero no es fácil recordar, a veces se cree que es información perdida, pero no, siempre esta, lo que ahora lees estará contigo siempre, aunque lo pretendas olvidar, pero ese no es el tema que yo les venía a contar. El amor ese se fundió con los recuerdos de majin bu, las tortugas ninjas y otros, las peleas surgían entre los besos, las patadas se notaban fuera de contexto, pero ahí estaban, la sangre corría por my face, o your face, eso ya no lo recuerdo, la ilusión se quejaba porque es una señorita muy bonita a la que no le gusta llorar.
Un día apareció en la puerta pidiendo hablar con alguien importante, se miraban unos a otros en ademán de pregunta, me acerqué y le dije que en este lugar la importancia, lo importante, y toda la familia de derivados no existe, algunas vez se presume que estuvieron pero siquiera yo los conocí, ella sutilmente sacó su pañuelo y llorando imploraba ya no hacerlo más, su figura develaba una pena incontrolable, la llevé a mi oficina para tomar algunas hierbas, bueno eso era en principio, pues entre sus sollozos el humo de la hierba se propagaba inundando la habitación.
Cuando salimos del estado letargo que produce la droga mental le dije sólo una cosa podía hacer por ella, sus ojos brillaron a lo que yo rápidamente contesté-no llame a la esperanza en vano- pues creía que la idea no le gustaría, le expliqué que podía hacerle cable tierra y que se quedara ahí abajo, ella dio un salto de alegría y corrió a mis brazos, yo me sentí pleno, y así fue como la ilusión dejo de llorar, ahora vive sóla allá abajo, cada dos años ve al que reparte las provisiones, dicen que están enamorados, pero siempre él tiene que volver.
Daniela con el tiempo se le fue olvidando, al parecer aprendió más de los dibujos animados que de los papeles, ella no sabe donde tiene la ilusión, pero no le importa porque yo siempre para ella tengo preparado algo mejor.
De mi no hay mucho que decir, soy el que recita los números, y los anota también, no soy de los importantes, pero soy el que más hago, y en estos días cuando ya no queda más camino lo único que en mi mente se retuerce es una vida normal, la canción, esa que dice: yo sólo quiero llevar una vida simple y gris, una vida normal, sin sobresaltos, sin desamor, una vida normal, sin ilusiones, sin emoción, una vida normal.
Mi quieta inquietud.
Daniela se había recostado temprano, había comprado un libro raro, quería memorizar muchas cosas, porque quería seguir ciertos patrones, algo que la ayudara a no estar mal, pasó una semana viviendo con el libro, los días pasaban lentos, era común verla sonreír frente al espejo, ambos estaban enamorados, ella de uno de adentro y él de ella, aunque el peligro rondaba por el ambiente, ellos seguían con el ritual típico marcado definido, los embustes venían y regresaban, los primeros días fueron mejores, la mente suele recordar todo, lo importante se marca en rojo y esta semi presente, lo demás se escribe en gris y se deja estar, esta pero no es fácil recordar, a veces se cree que es información perdida, pero no, siempre esta, lo que ahora lees estará contigo siempre, aunque lo pretendas olvidar, pero ese no es el tema que yo les venía a contar. El amor ese se fundió con los recuerdos de majin bu, las tortugas ninjas y otros, las peleas surgían entre los besos, las patadas se notaban fuera de contexto, pero ahí estaban, la sangre corría por my face, o your face, eso ya no lo recuerdo, la ilusión se quejaba porque es una señorita muy bonita a la que no le gusta llorar.
Un día apareció en la puerta pidiendo hablar con alguien importante, se miraban unos a otros en ademán de pregunta, me acerqué y le dije que en este lugar la importancia, lo importante, y toda la familia de derivados no existe, algunas vez se presume que estuvieron pero siquiera yo los conocí, ella sutilmente sacó su pañuelo y llorando imploraba ya no hacerlo más, su figura develaba una pena incontrolable, la llevé a mi oficina para tomar algunas hierbas, bueno eso era en principio, pues entre sus sollozos el humo de la hierba se propagaba inundando la habitación.
Cuando salimos del estado letargo que produce la droga mental le dije sólo una cosa podía hacer por ella, sus ojos brillaron a lo que yo rápidamente contesté-no llame a la esperanza en vano- pues creía que la idea no le gustaría, le expliqué que podía hacerle cable tierra y que se quedara ahí abajo, ella dio un salto de alegría y corrió a mis brazos, yo me sentí pleno, y así fue como la ilusión dejo de llorar, ahora vive sóla allá abajo, cada dos años ve al que reparte las provisiones, dicen que están enamorados, pero siempre él tiene que volver.
Daniela con el tiempo se le fue olvidando, al parecer aprendió más de los dibujos animados que de los papeles, ella no sabe donde tiene la ilusión, pero no le importa porque yo siempre para ella tengo preparado algo mejor.
De mi no hay mucho que decir, soy el que recita los números, y los anota también, no soy de los importantes, pero soy el que más hago, y en estos días cuando ya no queda más camino lo único que en mi mente se retuerce es una vida normal, la canción, esa que dice: yo sólo quiero llevar una vida simple y gris, una vida normal, sin sobresaltos, sin desamor, una vida normal, sin ilusiones, sin emoción, una vida normal.
Mi quieta inquietud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario