sábado, abril 21, 2007

De espléndido a cándido.


Y en mi mundo...



Los regalos se piensan para alguien que se quiere, son adecuados, ideales, especiales y todos esos calificativos que convergen en la misma peripecia: la búsqueda del objeto preciso. Cuando uno no conoce mucho a otra persona siempre busca cosas más bien impersonales, cosas que le regalarían a cualquiera.

Pero mi historia no fue así, yo iba de vitrina en vitrina buscando algo que me agradara. Entré a una tienda famosa llamada "casa ideas" y estuve mirando todos los juguetes, esas cosas suaves y de colores llamativos que ahí venden. Entre todo la variedad encontré unos pequeños animalitos de lana, me gustaron de inmediato, decidí comprar dos, uno para mí y otro para una persona especial, alguien que sintiera que ese regalo era ideal, que lo quisiera recibir con su mejor sonrisa.

Sin embargo a quien yo pensé dárselo le pareció una tontera, se mofó de mí y de mi compra, me sentí ridícula por pensar que le gustaría. Tomé los animalitos y los guardé, así pasaron los meses hasta que un día el muchacho me preguntó por los animales, yo le dije que estaban guardados, nunca hice notar mi molestia, preferí olvidar la situación, pues el regalo era importante para mí, y en cierto grado compré dos para disfrutar del juego, para no jugar sola.

Busqué la caja donde los tenía y tomé uno, se lo mostré por la web cam, a diferencia de la primera vez no se rió de mí, me dijo que le gustaba pero que no lo quería, que yo me quedara con el suyo, pero que él era el dueño...yo no dije nada.

Pasaron los días y me visitó alguien especial, sentí la necesidad imperiosa de regalarle algo que yo quisiera, que me gustara, fuí a la caja de mis "tesoros" y encontré aquel animalito que había modelado frente a la web-cam, se lo cedí sin importar para quien era ni cuanto me gustara, pues no lo compré pensando tenerlo. El muchacho que en un principio se reía de mi regalo ahora se molestaba por haberlo perdido, me dijo que nunca más le regalara nada, olvidando que él mismo me había señalado que no lo quería, pienso que quería que lo recordara a él con el regalo que compré.

Fui feliz regalando algo que me gustaba, y más aún por dárselo a alguien que de verdad me lo agradecía, y que lo guardaría como símbolo de mí, era entregarle un recuerdo de lo que soy.

Sufrí las pataletas de quien no supo apreciarlo. Pero ya sus palabras no me alcanzaban cuando apareció alguien que merecía el otro animalito no dudé en regalárselo, y no me equivoqué.

Al final ambos quedaron en buenas manos, sus dueños son los hombres que más quiero en el universo. A veces pienso que siempre fueron para ellos. He sido retribuida con regalos por parte de ambos, pero para mí el mejor regalo son ellos.

Los amo a ambos, a uno lo amo como sólo se ama a un Ighor y al otro como sólo se ama a un Daniel.

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